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OPINIÓN | Una despedida de dos caras

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Tres años han pasado desde que Berizzo llegase al banquillo del Celta… un club que además fue su casa durante muchos años como jugador. Un año antes, Luis Enrique y Unzué formaron una base desde la nada, desde un proyecto inexistente al cargo de un Abel Resino que consiguió una permanencia milagrosa. Ellos, ahora en el FC Barcelona, moldearon una idea de fútbol perfectamente reconocible desde su andamio de A Madroa. Cualquier rincón del césped era vital para el cuerpo técnico de Lucho. Véase como efecto rebote, casualidad o no, los caminos de Unzué con el Celta parece que podrían volver a cruzarse tras la final de Copa. Sin Berizzo, el club apostará por alguien conocido, con el fin de seguir con una idea y un proyecto.

Nada más lejos de la realidad sin embargo, ya que ni el fútbol es el mismo, ni la entidad igual de férrea que antes. Unzué no encontrará un camino de rosas, no podrá evitar comparaciones, no podrá evitar encontrar en las primeras jornadas a una afición dividida. El fútbol cambia, pero la gente no olvida. Difícil olvidar para la gente las tres semifinales de Berizzo, el partido de Manchester, el orgullo en los grandes escenarios y la amarga despedida del mejor técnico de la historia del Celta.

Amarga despedida, con dos caras reconocibles y un brazo al aire. Berizzo consiguió lo que se propuso el primer día que volvió a Vigo: Hacer sentir a la gente orgullosa de su equipo. Y tanto que lo logró, seguramente más de lo que esperaba, y por todo lo alto se fue de Balaídos, sabiendo que su huella no sería olvidada. Una moneda, de dos caras. La afición, de cara, y la directiva, la cruz. Nadie en su despedida, ni una palabra ante la gente, ni un gesto de agradecimiento. No fue una cuestión económica ni deportiva según Mouriño, el presidente. ¿Orgullo, falta de confianza, cambio de rumbo? Incomprensible a todos los niveles.

Berizzo se va de Vigo, dejando a Unzué (o el que venga) el testigo de un equipo que ha vuelto a dónde se merece. Un equipo con el sello bielsista retocado por Eduardo Berizzo. Totismo se dice en Vigo y se seguirá diciendo durante muchos años. Presión incansable, marcajes de locura al hombre, hambre por el gol, fútbol de ataque y ganas en cada pelota. Berizzo trasmitió a los suyos su sentir y el sentir de toda una afición que quería volver a ser grande. El club apuesta por una transición dulce con alguien conocido, con nombres y fichajes para volver a enganchar, pero lo cierto es que el sin el eje, sin Eduardo, la casa se ha quedado solo con el tejado. Esperemos que no se lo lleve el viento con el paso de los meses y el duro verano.

Ingeniero de formación, profesor de vocación. Miembro fundador de Jornada Perfecta, o eso dice Javi Rando. Raro sería verme escribiendo algo... que no sea del Celta. Algún día me paso por el podcast a poner orden.

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