Simeone tiene en mente reforzar el centro del campo, en gran parte por la confirmada salida del mencionado Herrera. Guido Rodríguez, tal y como cuenta Radio Marca, es uno de los jugadores que más gusta. El futbolista del Real Betis es clave en el conjunto verdiblanco, aunque desde el Benito Villamarín pedirían entre 20 y 25 millones de euros para dejar salir al argentino.
Guido aporta equilibrio y seguridad en una zona que es clave para el engranaje de cualquier equipo. No es un jugador con demasiado gol ni aporta demasiado muy cerca del área, pero resulta determinante para que aquellos futbolistas con mayor calidad puedan brillar e incluso despreocuparse de labores defensivas.
La salida de Héctor Herrera, que se va a la MLS en julio, obliga a buscar un refuerzo para el centro del campo. La temporada es muy larga para aquellos equipos que afrontan tres competiciones y el Cholo quiere tener una plantilla de garantías. La idea es mantener el mismo número de posibilidades y opciones que en esta temporada, de modo que cualquiera salida debe ser compensada con un fichaje. También hay que tener en cuenta a los futbolistas que vuelven tras cesión, un comodín a destacar. Manu Sánchez es el caso más claro, si bien el lateral izquierdo está cubierto.
Giménez y Herrera siguen sin entrenar
José María Giménez y Héctor Herrera, como cuenta AS, han vuelto a causar baja en el entrenamiento del Atlético de Madrid, que ha preparado este martes los últimos detalles del partido contra el Manchester City, correspondiente a la vuelta de cuartos de final de la Champions League. Todo parece indicar que ni el argentino ni el mexicano llegarán a tiempo para el duelo de este miércoles, aunque el club no ha dado a conocer la convocatoria oficial.
Giménez sigue aquejado de unas molestias musculares que no parecen graves, pero que pueden ser suficientes para impedirle jugar. En el caso de Herrera, el propio Atleti confirmó en un parte médico que sufría una lesión muscular. El tiempo de baja era reducido y se esperaba que pudiera estar para recibir a los ingleses en el Wanda Metropolitano. Las sensaciones, a horas de que el árbitro haga sonar su silbato, no son precisamente esas.
